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domingo, 10 de agosto de 2008

Comentario de la Película Gattaca (1997)


Gattaca es una película muy interesante y compleja, con muchos mensajes profundos que se entrelazan unos con otros.

Habla del humano en un mundo en el que lo genético cuenta y lo espiritual se deja de lado. Era un mundo en el que las personas eran consideradas objetos, no individuos. Unos mejor hechos que otros, sin alma ni espíritu, sin esencia, sin Divinidad.

En ese aspecto, el mundo en el que vivimos ahora no es tan diferente como el mundo que nos plantea Gattaca. Tal vez no nos fijemos en la genética pero si le prestamos demasiada atención a lo físico y, a fin de cuentas, la genética determina nuestro físico.

Vincent es un soñador, tenía una meta más allá de nuestro mundo. Vincent era más valioso que todas las otras súper personas con las trabajaba.

Su perseverancia hizo que nadie sospechase que era genéticamente inferior y que llegase a estar a la par con los demás. La perseverancia hizo que en él nacieran habilidades que no existían. Y esto sí ocurre en la vida real.

Recuerdo que mi papá me comentó de un alumno suyo de la Facultad de Arquitectura que no tenía talento alguno para la carrera; pero como resultado de constante esfuerzo logró que surgiesen las habilidades que necesitaba y que ya no tenía nada que envidiarles a los que habían nacido con todo lo necesario para ser arquitecto.

Es más, muchos que nacen con un buen número de habilidades terminan fracasando porque no tuvieron perseverancia para sacar lo máximo de ellas. Puede que, al comienzo, las cosas eran fáciles para estos individuos, pero con el paso del tiempo, la constancia se hace más importante que todos los dones que podamos tener.

Mi padre hizo, una vez, una metáfora con respecto a las habilidades y a la constancia: las habilidades son como ceros, pueden ser muchos o pocos, no importa cuántos sean, no valen nada. La constancia es el número que podemos a la izquierda de todos nuestros ceros. Recién con la constancia, perseverancia, o cualquier otro sinónimo, nuestras habilidades adquieren valor.

Vincent tenía una meta: llegar a las estrellas. No importó cuántas veces fue desalentado, él persiguió su meta hasta que la consiguió. El cambio de identidad fue solo una herramienta para conseguir su meta; él nunca dejó de ser él mismo.

Al final de la película, Vincent se pregunta si está dejando el mundo al que pertenece y donde fue discriminado, o si recién se dirigía a su mundo. Creo que él pertenecía a las estrellas. De ahí ese lazo tan fuerte con el Espacio que lo impulsó a no tirar la toalla, a no escuchar a los mediocres que le rodeaban.

Nosotros somos iguales que Vincent. Nosotros no pertenecemos al mundo creado en la Tierra, tan imperfecto y físico. Nosotros pertenecemos a las “estrellas”, pertenecemos al Cielo. Y tenemos un lazo que nos jala, pero este planeta está lleno de distracciones que no nos dejan verlo. Cuando nos dejemos jalar por ese Lazo Divino, todo estará resuelto. Ese día seremos, al fin, felices.