Páginas

miércoles, 10 de marzo de 2010

Al Descubrirme Enamorada

Hoy ha sido un día complicado. Parte del origen de tal complicación viene desde ayer, cuando recién conversando con un amigo, caí en la cuenta de que estaba muy enamorada. Cómo le dije a este amigo, mis ojos brillan, canto y bailo todo el día y a veces sonrío sin motivo aparente. ¡Era tan evidente y yo no lo había notado! La pregunta obvia no se hizo esperar: ¿De quién estaba enamorada? Y fue ahí, que por unos momentos, no supe qué contestar. Tan sólo atiné a responder “no sé”. Pero pensándolo mejor, pude hallar una respuesta.

Se trata de una persona muy importante, la más especial en el mundo para mí. Esa persona no es otra que yo misma. Y sí, estoy enamorada de mí. No como Narciso lo estaba de sí, claro que no. Más bien, como una mezcla de madre y amiga que quieren lo mejor para esta chica que recién empieza a vivir.

Y en medio de toda esta revelación, muchas cosas empezaron a dar vueltas en mi cabeza y en mi corazón. Empecé a descubrir, y a admitir, miles de cosas que me vienen pasando en tantos aspectos de la vida, que todo esto me desbordó. Y se apoderó de mí una tristeza grande, muy grande. Me encontré tan cansada de este trajín del día a día, que se interrumpe con mis sueños a largo plazo y con mis deseos cotidianos. Descubrí lo pesado que se me hace no tomarme más de veinte minutos diarios entre desayuno y almuerzo, para luego pasar una hora al día en el carro, lidiando con choferes y peatones imprudentes; pensando en no llegar tarde al trabajo. Extrañé cuando tenía tiempo para leer mis blogs favoritos y para escribir aquello que pasaba por mi cabeza en el mío propio. Y pensé y añoré y reflexioné tanto, que me encontré con lágrimas en los ojos, en medio de una cama grande necesitando un abrazo.

“Un abrazo”, pensé. Y recordé que no iba a encontrar a nadie más enamorado de mí, que yo misma. Nadie más para quien yo fuera la persona número uno en todo este mundo, y en otros mundos más. Así que, a pesar de siempre apreciar un buen abrazo de oso de alguien más, decidí arrullarme y quererme, y dedicarme a hacerme feliz. Sólo así podría entregarme a los demás. Sólo así podría continuar con el día por venir, y con muchos más.

La tristeza continuó hoy. Y sin embargo; en medio de las cosas por hacer, de los carros que sortear y de tanto más; me fui queriendo y alegrando. ¡No por nada, estoy de mi enamorada! Y fue así que reí con más alegría, que canté con más fuerza, y me dejé querer y amé con más entrega.

Ahora que finalizo el día, no le puedo decir adiós a las complicaciones. No al cien por ciento de ellas. Pero ahora las acepto con alegría, las asumo con una sonrisa y sigo para adelante. Y como por arte de magia, lo complicado ya no lo es tanto. Luego de descubrir cuánto me quiero, veo la vida con nuevos ojos. Amo más a los demás y me es más fácil demostrarlo con un abrazo. Y así fue que todo esto ocurrió al descubrirme enamorada.