
Se trata de una persona muy importante, la más especial en el mundo para mí. Esa persona no es otra que yo misma. Y sí, estoy enamorada de mí. No como Narciso lo estaba de sí, claro que no. Más bien, como una mezcla de madre y amiga que quieren lo mejor para esta chica que recién empieza a vivir.
Y en medio de toda esta revelación, muchas cosas empezaron a dar vueltas en mi cabeza y en mi corazón. Empecé a descubrir, y a admitir, miles de cosas que me vienen pasando en tantos aspectos de la vida, que todo esto me desbordó. Y se apoderó de mí una tristeza grande, muy grande. Me encontré tan cansada de este trajín del día a día, que se interrumpe con mis sueños a largo plazo y con mis deseos cotidianos. Descubrí lo pesado que se me hace no tomarme más de veinte minutos diarios entre desayuno y almuerzo, para luego pasar una hora al día en el carro, lidiando con choferes y peatones imprudentes; pensando en no llegar tarde al trabajo. Extrañé cuando tenía tiempo para leer mis blogs favoritos y para escribir aquello que pasaba por mi cabeza en el mío propio. Y pensé y añoré y reflexioné tanto, que me encontré con lágrimas en los ojos, en medio de una cama grande necesitando un abrazo.
“Un abrazo”, pensé. Y recordé que no iba a encontrar a nadie más enamorado de mí, que yo misma. Nadie más para quien yo fuera la persona número uno en todo este mundo, y en otros mundos más. Así que, a pesar de siempre apreciar un buen abrazo de oso de alguien más, decidí arrullarme y quererme, y dedicarme a hacerme feliz. Sólo así podría entregarme a los demás. Sólo así podría continuar con el día por venir, y con muchos más.
La tristeza continuó hoy. Y sin embargo; en medio de las cosas por hacer, de los carros que sortear y de tanto más; me fui queriendo y alegrando. ¡No por nada, estoy de mi enamorada! Y fue así que reí con más alegría, que canté con más fuerza, y me dejé querer y amé con más entrega.
Ahora que finalizo el día, no le puedo decir adiós a las complicaciones. No al cien por ciento de ellas. Pero ahora las acepto con alegría, las asumo con una sonrisa y sigo para adelante. Y como por arte de magia, lo complicado ya no lo es tanto. Luego de descubrir cuánto me quiero, veo la vida con nuevos ojos. Amo más a los demás y me es más fácil demostrarlo con un abrazo. Y así fue que todo esto ocurrió al descubrirme enamorada.